A principios de la década de los 90, Finlandia sufrió una profunda crisis económica que obligó a una transformación de la economía del país. Las cifras de paro superaron el 25%, miles de empresas cerraron sus puertas y el panorama pintaba francamente mal. Sin embargo, se tomaron las medidas oportunas para cambiar el modelo productivo del país. Echemos un vistazo a qué medidas se tomaron:


Finlandia es un país bastante aislado del resto de Europa, sin muchos recursos naturales y con una población que apenas pasa de los 5 millones de habitantes. Tanto por razones geográficas como históricas, el principal socio comercial de Finlandia a principios de los 90 era la URSS. Tras su desintegración, la economía finlandesa sufrió un fuerte varapalo, con la pérdida antes mencionada de miles de puestos de trabajo, cierres de empresas y un empobrecimiento general de la población. Esto, unido a una burbuja inmobiliaria creada en el interior y que provocó una seria crisis bancaria, puso al país en una situación crítica. Afortunadamente, las autoridades locales tomaron las medidas oportunas.


Paso 1: Gran pacto nacional y devaluación del marco. En primer lugar se produjo un pacto entre las fuerzas políticas para trazar las líneas maestras de la recuperación. Con esto se consiguió enviar un claro mensaje, tanto a la población como a los mercados: “Tranquilos, las cosas están mal pero tenemos un plan para salir”. Este pacto tiene el beneficio añadido de proporcionar una gran estabilidad política, lo cual favorece una toma de decisiones más rápida y eficiente y se evitaba perderse en estériles debates para desgastar al rival. La devaluación del marco, que al principio llegó a perder el 25% de su valor, aumentó notablemente la competitividad del país, favoreciendo las exportaciones y la diversificación de mercados.


Paso 2: Apuesta por I+D y colaboración entre empresas y universidades. Las mejores soluciones necesitan tiempo. Si bien la inversión en I+D antes de la crisis ya era significativa, la gran apuesta de las autoridades pasaba por la innovación y la creación de valor. Se destinó más del 3% del presupuesto a incentivar la investigación. Por otra parte, se fomentó la coordinación entre universidades y empresas, favoreciendo la creación de una base de profesionales sólidamente formados en función de las necesidades de las empresas. Además, se puso especial cuidado en la formación y motivación del profesorado.


Paso 3: Recorte de gastos e inyección de fondos europeos. Toda crisis requiere sus sacrificios. Se redujeron o suprimieron los programas no esenciales. Esto, junto con la inyección de fondos europeos (Finlandia entró en la UE en 1995, aunque recibió estos fondos con anterioridad), ayudó a mantener el equilibrio presupuestario. Este equilibrio es una condición indispensable para la viabilidad de un país, aunque por sí solo no es capaz de generar riqueza o revertir una situación adversa.


Paso 4: Concentración empresarial y entrada en sectores tecnológicos. La crisis económica provocó la desaparición de un gran número de empresas pequeñas y medianas. Se produjo una cantidad inusual de quiebras, absorciones y fusiones, dando lugar a un panorama corporativo muy diferente: El nuevo panorama empresarial quedaba dominado por grandes corporaciones, muchas de ellas enfocadas a sectores tecnológicos. El ejemplo más evidente es Nokia, que pasó de fabricar botas de goma a la telefonía móvil. Pero incluso en las empresas no tecnológicas, se produjeron grandes avances. Las empresas dedicadas a la explotación forestal también innovaron en sus circuitos de producción, aumentando la competitividad y sostenibilidad de sus negocios.


Paso 5: Participación del Estado en grupos económicos rentables. El Estado finlandés se garantizó un puesto en los consejos de administración de los grupos económicos más rentables del país, controlando cantidades en torno al 20-30% de las participaciones. De este modo, podía influir más directamente en la dirección que tomaba la economía y se convertía en beneficiario de dividendos.


Paso 6: Modelo fiscal y lucha contra el fraude. Si bien la tendencia al fraude fiscal en Finlandia es sumamente baja en comparación con España, se intensificó la lucha contra el fraude fiscal, especialmente el cometido por las empresas. Al mismo tiempo, se aumentó la presión fiscal sobre las personas físicas y se mantuvo un tipo bajo sobre los beneficios empresariales.


Con la aplicación de estas medidas, Finlandia no solo salió de la crisis, sino que salió fortalecida, con empresas, profesionales e instituciones de primer nivel y capaces de competir en cualquier país del mundo.


Confiemos en que en España seamos capaces de encontrar nuestro camino y acabemos escribiendo nuestro propio caso de éxito. Existe el talento, existe el potencial y tenemos los medios para hacerlo. Es hora de ponerlo todo en la dirección correcta.


Sebastián Sánchez
Product Manager
Informa D&B

Etiquetas: Consejos, sectores, Crisis

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