A finales de la década de los 80, la industria vinícola en México atravesaba una especie de crisis: la producción pasó de estar a cargo de 20 a sólo 4 compañías en poco tiempo y había incertidumbre acerca de cómo este sector podría sobrevivir  y ganar la preferencia del mercado nacional. 

“Con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que para posicionar el vino mexicano a nivel nacional, debíamos realizar cambios de acuerdo a las preferencias; en 25 años el estilo de vida de nuestro consumidor cambió en muchas maneras y también sus gustos”, explica Hans Joseph Backhoff, director general de Monte Xanic, una empresa vinícola de Baja California que ha  logrado la consolidación a través de una estrategia que mezcla la tradición y las nuevas propuestas.

La primera producción de Monte Xanic salió al mercado en 1989, el nombre de la empresa proviene del vocablo ‘Xanic’, de los indios Cora en Nayarit, que significa ‘flor que brota después de la primera lluvia’.

Al principio, el objetivo de la compañía era posicionar la marca y sus vinos como un elemento cotidiano en los principales anaqueles, sin embargo, con el paso del tiempo, la empresa inició un proceso que permitiría marcar la diferencia entre sobrevivir y  consolidarse.

“Los hábitos de consumo de los jóvenes se inclinan cada vez más por vinos de sabor afrutado que pueden beberse al poco tiempo de comprarse, aún sigue habiendo público que compra vinos para añejarlos y disfrutarlos un poco después, pero el público más joven busca sabores intensos y practicidad”, señala Hans Backhoff.

El reto no era sólo reconfigurar la oferta de vinos, sino modificar los procesos y adecuarse a su nueva condición, pues una vez posicionados en el mercado, la estrategia debía cambiar.

“Cuando la compañía es pequeña buscas tener muchos escaparates y lograr el mayor ahorro posible, conforme creces debes entender que para consolidar esos esfuerzos debes invertir y dejar atrás la apuesta por mano de obra barata para conseguir capital intelectual”, afirma.

Como parte del proceso de reestructura -que tomó cerca de seis años-, la empresa lanzó su marca Calixa como una expresión del vino mexicano ‘para el milenio’, que se ha colocado como una alternativa a los vinos de importación del segmento Premium.

La industria mexicana está integrada por más de 90 bodegas y productores de uva para vino, ubicados en las diferentes zonas vitivinícolas, que ofrecen 350 etiquetas distintas. Monte Xanic produce 50,000 cajas de vino al año entre 12 etiquetas bajo 4 marcas: Monte Xanic, Gran Ricardo, Ediciones Limitadas y Calixa.

Como parte de los retos que esta empresa ha tenido que vencer figuran 3 mitos que rondan al vino mexicano:

1. El vino mexicano no va con la comida mexicana. Hans Backhoff afirma que  después de probarla, no se puede concebir una cochinita pibil que no esté acompañada de un buen vino blanco.

2. El vino mexicano no tiene calidad. A nivel mundial los vinos mexicanos son reconocidos por sus técnicas de elaboración, sabor y variedades. Hans Backhoff explica que una vez que se conocen los procesos para elaboración los consumidores se convierten en seguidores del vino nacional.

3. El vino mexicano es caro. El 80% de las botellas de vino que se consumen en México ronda los 150 pesos, los vinos mexicanos tienen un precio promedio de 120 pesos, además de que se puede encontrar una oferta para todos los paladares y presupuestos.


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