Por Sebastián Cristi A.



Un buen estadista debería invitar a los ciudadanos a revisar qué pueden hacer ellos por la nación, y no qué debe hacer la nación por ellos. Ese era el sentido patriótico que imperaba hace algunas décadas en la mayoría de las naciones democráticas y que hoy ha sido reemplazada en muchos países por la prebenda de “qué puedo obtener del Estado”.


En el mundo de los negocios, especialmente aquellos orientados directamente al consumidor, se está creando una nueva filosofía que algunos directivos no han sido capaces de asimilar por completo. Cuando analizamos el comportamiento del consumidor en las redes sociales es cuando más apreciamos que es el propio comprador quien está comenzando a manejar el mercado, a pesar de los –en muchos casos- inocuos esfuerzos de la marca por intentar imponer sus ventajas –muchas veces inexistentes- frente a la competencia por medio del uso del marketing y el bombardeo publicitario.


Es cierto, no siempre el consumidor cuenta con herramientas adecuadas para acceder a toda la información y en muchas ocasiones las marcas destinan un presupuesto muy elevado para sus campañas, que buscan silenciar a una competencia que no cuenta con recursos suficientes para mostrar sus bondades. Sin embargo en los últimos años se han ido abriendo nuevos caminos, alternativas, para lograr llegar con el mensaje hasta el consumidor final, y poco a poco los negocios más pequeños han comenzado a descubrirlos en beneficio de sus actividades.


Indudablemente son las redes sociales, o más bien el comportamiento social en red de las personas el que está dando la oportunidad a las pequeñas empresas de destacarse a pesar de los altos presupuestos publicitarios de la gran competencia. Hoy es más fácil viralizar un mensaje positivo, una experiencia exitosa y una marca cercana gracias a su participación positiva en Facebook, Twitter y Google Plus, antes era inimaginable que un negocio sin presupuesto publicitario pudiera alcanzar un público más allá del familiar o del vecindario. Por el contrario, hoy en día el mensaje abarca el mundo completo, cuando se hacen bien las cosas.


¿Y cuál es el elemento clave que puede conseguir esto? Simplemente la cercanía con la audiencia, hablarles de igual a igual sin intentar imponer una idea, un concepto… ni menos un producto o servicio.


Las personas hoy están más informadas gracias a Internet y a las redes sociales. Les molesta la imposición de una idea, ya no creen en el poder de una marca solamente por su presupuesto publicitario, incluso cuando sonrían frente a sus anuncios cargados de elementos humorísticos que huelen a imposición del producto. El consumidor se denomina así porque es quien consume un producto, pero hoy quiere hacerlo porque le gusta, o porque piensa que le podría gustar. Aunque frente a tantas alternativas siempre existirá la interrogante. “¿Cuál?”


Es hacia esta pregunta a la que los negocios se deben enfocar, cómo conseguir que la respuesta sea EL MIO. Y no es una tarea fácil.


Así como los políticos se han encargado de crear un escenario en el que la población busca sólo beneficios del Estado, sin preguntarse qué hacen ellos por la nación, en el mundo de los negocios también existe un punto de inflexión que debemos analizar. Los consumidores buscan beneficiarse al adquirir un producto, y es deber de la marca proporcionar la información necesaria, a la que indudablemente accederán los compradores ¿Cómo se hace esto sin incurrir en campañas de millones de dólares que muchas veces simplemente nunca tendremos? ¿Cómo se hace si la marca X que lleva años en el mercado lo está haciendo día a día aplastando a la posible competencia? Simplemente ofreciendo un buen producto… y conversando con la audiencia.


Lo que busca el consumidor es sentir confianza por una marca, por un producto o servicio. Y esa confianza no se gana colocando anuncios publicitarios que sólo buscan ensalzar un producto que nadie conoce. Se gana conversando –como dije antes- de igual a igual con el consumidor, siendo uno más de ellos, sin prepotencia, sin intentar imponer conceptos, ideas ni productos. Es el propio consumidor quien se encargará de destacar los buenos productos, la buena atención y el buen servicio. Y al referirme a “destacar”, hablo de viralizar por medio de las redes sociales (Facebook, Twitter, Google+, Blogs y foros) su experiencia positiva, que será imitada siempre por quienes acceden a esa información.


Para conseguir que sean las redes sociales o el comportamiento social de los usuarios los que se encarguen de vender los productos, el primer paso es cambiar la añeja frase de “vengo a venderte este producto” por el nuevo concepto “¿En qué te puedo ayudar?”